EL SINDROME DE LA SILLA VACIA, Joan Carles Ambrojo,dic.10
El duelo es el dolor que vivimos ante la pérdida de un ser querido o, a un
nivel posiblemente inferior, por un despido laboral, un traslado o un divorcio.
En épocas como la Navidad, con sus reuniones familiares, se avivan los
recuerdos de forma aguda y es normal sentir una cascada de emociones y
sentimientos ante esa silla que queda vacía en el hogar. Buscar apoyo en
familiares y amigos o terapeutas, establecer nuevos ritos y permitir que afloren
las emociones son algunas de las recomendaciones que dan los expertos para
sobrevivir a unas fechas, como las navideñas, que tanta gente detesta.
Llanto, rabia, aflicción, desesperación, soledad, culpa, negación o incluso
alivio son sentimientos normales y sanos que aparecen cuando una persona nos
deja para siempre. Forman parte del proceso curativo de las heridas
emocionales."Yo ya no celebro la Navidad desde hace cinco años. Nos vamos
a un lugar bastante desierto, donde no nos conoce nadie, donde no hay luces, ni
tiendas, ni regalos. Allí pasamos esos días, solos, mi marido y yo, con
nuestros recuerdos. No podemos ver cómo los demás son felices en estos días y
las celebraciones familiares ya no son tal, se han transformado en comidas
normales". Flor aún vive el dolor por la desaparición de Helena, su única
hija, que murió siendo adolescente en un accidente de tráfico por culpa de un
conductor bebido. "Estamos más en contacto con la naturaleza. El sol, el
aire, la lluvia, grandes paseos, leer, escribir".
Un duelo
sano es una forma de adaptación que dura dos años.
Los grupos
de autoayuda mutua complementan a otros tratamientos
Cualquier duelo es una reacción natural. Se trata
de una forma de adaptación que sigue a un proceso de desapego, de despedida de
alguien que se ha ido.
Cada persona expresa el dolor a su manera."La
intensidad del duelo no depende ni siquiera de la naturaleza del objeto, sino
del valor que nosotros le atribuimos", señala José María Jiménez Ruiz,
experto en terapia familiar en psiquiatría.
"Entre otras cosas, porque se da una
disonancia entre la experiencia que uno está viviendo por dentro y todos los
estímulos exteriores que de alguna manera dicen que hay que estar alegre",
añade.
Marta perdió a una de sus cinco hermanas hace unas
pocas semanas. "No me hago a la idea de que se ha marchado. La visualizo
riendo, estábamos muy unidos", dice. No se lo esperaban y su muerte, con
59 años y tras haberse recuperado de un cáncer, ha caído como un mazazo, sobre
todo para el marido y los hijos, ya casados, que ahora acompañan día y noche a
su padre. Marta, como el resto de su familia, reconoce que debe superarlo. Hace
diez años, la muerte de su madre ya fue muy dolorosa y desde entonces la
familia dispersa, algunos residen en Miami (Estados Unidos), trata de reunirse
en las celebraciones. Ahora, su cuñado ha insistido: "Sabe que lloraremos
más que reiremos, pero lo haremos todos juntos", asegura Marta.
Un proceso de duelo sano puede requerir un par de
años y sigue una serie de fases. Primero confusión, luego rabia y negación,
depresión y finalmente superación. Si dura más tiempo los expertos pasan a
considerarlo duelo patológico."A los diez años puedes recordar a alguien,
pero no trastorna el desarrollo natural de tu vida, ni te aíslas de tus amistades
ni dejas de disfrutar de la vida", añade Jiménez Ruiz. En todo caso,
"el duelo no es una patología, sino un proceso normal de adaptación",
precisa Alejandro Rocamora, psiquiatra y uno de los fundadores del Teléfono de
la Esperanza, que durante estos días atiende muchas llamadas motivadas por la
soledad.
Quienes viven como ajenos a la pérdida utilizan un
mecanismo de defensa o negación, se trata de un duelo aplazado. Cuando la
pérdida es repentina es normal quedarse descolocado, desgarrado si se trata de
un hijo, mientras que cuando alguien muere lentamente es posible hacer el duelo
anticipadamente. Una de cada seis personas que pierde a un familiar desarrolla
una depresión al año siguiente, advierte un estudio del año 2007 de la Sociedad
Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
Los médicos de familia atienden al año un centenar
de procesos de duelo depresivo, según José Ángel Arbesú, coordinador del Grupo
de Trabajo de Salud Mental de esta sociedad. El 5% de la población española
sufre alguna pérdida y alrededor del 2% traduce esa pérdida en trastornos o
depresiones "que se deben vigilar", según Miquel Roca, miembro de la
Sociedad Española de Psiquiatría y de SEMERGEN.
Prácticamente el 90% de los casos son de duelo
normal y los síntomas son fáciles de abordar y tratar, asegura Arbesú. El
problema es la vulnerabilidad del paciente si el duelo llega a hacerse
patológico en el tiempo, añade.
Nunca se está suficientemente preparado para la
muerte de un ser querido. El primer año es el peor, sobre todo con la primera
Navidad y otras fechas relacionadas con la persona perdida. "Lo mejor es
normalizar la situación y tratar de que el ausente siga ocupando un lugar en la
familia, aunque sea de otra manera", añade Jiménez Ruiz. No hay una única
consigna: hay personas que se van de viaje para no revivir esas situaciones
traumáticas. "¿Es bueno o malo? Puede ser una huida o una adaptación a esa
situación; dependerá del sujeto", añade el terapeuta.
"No hay una receta única para los que han
perdido a un ser querido porque cada pérdida es distinta y cada uno muestra,
oculta o siente el dolor de diferente forma", dice Flor, madre de Helena,
que cree haber encontrado un alivio en algo que dulcifica su dolor y le produce
algo de bienestar. "Aconsejo a las madres con las que me relaciono que
hagan aquellas cosas que antes les gustaban y no podía hacer. Cosas que les den
paz y sosiego, y sé de muchas que pintan, cosen, hacen trabajos manuales,
escriben, se buscan y conectan a través de Internet".
Flor es de esas personas que busca cosas que le
ayudan a agarrarse a la vida, "porque, aunque durante el duelo hay muchos
momentos en los que deseas morirte, no te mueres y como decía mi psicóloga: ni
siquiera los que se quitan la vida quieren morirse". Flor y su marido necesitaron
ayuda especializada en muertes traumáticas. En su caso, durante cuatro años.
Fue fundamental. "Me ayudó a reconocer de qué forma podía agarrarme a la
vida", explica. Lo ha hecho con la escritura y a través del deseo de
concienciar sobre los mal llamados accidentes de tráfico especialmente a los
jóvenes y al resto de la sociedad para que lleven una conducción responsable.
La sociedad está más sensibilizada con el tema del
duelo, aunque hace unos años la familia estaba más capacitada para contener este
mal trago: "Con su dispersión, el individuo se encuentra más solo",
apunta Alejandro Rocamora. Por ello, a veces es necesario recurrir a los grupos
de ayuda mutua, con la participación de profesionales de la salud, que son un
recurso comunitario que complementa a otros tipos de tratamiento. "Pero
sin forzar a nadie a que acuda", dice Fernando Boatas, psiquiatra y
director del Centro de Salud Mental Comunitario de Martorell (Barcelona). En su
opinión, también se debe evitar el abuso de fármacos, "porque puede llevar
a la persona apenada a caer en una trampa: anestesiar los sentimientos que
forman parte de las reacciones humanas y se tienen que experimentar".
Tampoco es bueno caer en la tentación de tomar ansiolíticos o antidepresivos.
"La medicación debe ser un recurso a utilizar solo en casos muy
extremos", recomienda el psiquiatra de Martorell.
Con los niños lo mejor es utilizar un lenguaje
claro y apropiado para su edad y explicarle que papá, mamá o la abuela ya no
volverá. No vale el "se ha ido a un viaje muy largo". Convertir la
muerte en un tabú es contraproducente; es mejor explicarlo como algo natural
"porque los niños lo vivirán de una forma más tranquila". Hasta los
siete u ocho años, el niño no tiene el sentido de la muerte como proceso
irreversible. En los adolescentes puede ser muy dramático porque es una edad en
la que se encuentran inmersos en procesos de crisis.
Flor se encuentra ahora "tranquila y serena.
La pérdida es única, la pena inmensa, el recuerdo constante, pero no hay
amargura". Entiende que su situación, sin más hijos ni nietos, les permite
aislarse en estas fechas, pero pide a los padres que sí los tienen que hagan un
esfuerzo para continuar una normalidad. "No pueden privar a sus otros
hijos o nietos de unas fiestas que lo son para el resto". Esta madre se
permite un grito final: "¡Que prohíban el anuncio de vuelve a casa, vuelve
por Navidad! Todos tenemos a alguien que no volverá en Navidad".
Qué hacer
en las celebraciones
- No aislarse, mantener el contacto con familiares, aunque no apetezca.
- Planificar la reunión familiar incorporando nuevos rituales.
- Darse permiso para estar en duelo y sentir cualquier sentimiento, incluso
la alegría o la risa.
- Plantear formas amorosas de recordar al ser querido, ser conscientes de
su ausencia.
- Expresar nuestras necesidades a quienes pueden echarnos una mano.
- No descuidar la salud ni la alimentación.
- Buscar sistemas alternativos de apoyo y, en caso necesario, terapias
psicológicas.
- Evitar el abuso de sustancias como válvula de escape o para olvidar las
penas.
- Potenciar los pensamientos positivos y aplazar las decisiones
importantes.
Apoyo al
dolor
- Teléfono de la Esperanza. telefonodelaesperanza.org; 914 59 00 50
- Grupo de duelo de Madrid. 915 49 28 74
- Renacer. renacer-barcelona.org; 937 61 30 45
- Asociación Viktor E. Frankl. asociacionviktorfrankl.org; 963 51 01 13
- Asociación de Ayuda Mutua ante el Duelo. www.amad.es; 913 00 06 90
Bibliografía
- Déjame llorar. Anji Carmelo. Tarannà, 2000.
- De oruga a mariposa. Anji Carmelo. Tarannà, 2008.
- La muerte, un amanecer. Elisabeth Kübler-Ross.
Luciérnaga, 1989.
- El duelo y los niños. Consuelo Santamaría. Sal Terrae,
2010.
- Estoy en duelo. José Carlos Bermejo. PPC.
- Acompañar en el duelo. Adela Torres. Luciérnaga, 2009.
- Aromas de una ausencia. Pensamientos y reflexiones ante
la muerte de un hijo. María José Brito. Milenio, 2010.
- Cómo crecer a través del duelo. Dobbs, Barbara y Poletti,
Rosette. Obelisco, 2004
- Días de duelo. Encontrando salidas. Sforza, Michele G. y Tizón,
Jorge L. Alba, 2008
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