NIÑO SORDOCIEGO:
sé
que me lees en mis labios,
aunque
tu no me oigas.
Sé que me buscas en el aire,
como
un niño asombrado,
expectante,
curioso.
Sé
que me quieres necesitar
cuando
te llamo con signos y señales
y
no rompes tu vínculo otoñal
dejando
pasar tu tiempo, a un tiempo, con el mío.
Tocas tu corazón de menta,
apodado " lastimero"
y
te defiendes de él como un guerrero.
Sé que tienes miedo…
a
veces sufres, te bloqueas,
poliédrico
carácter, semi-dios y salvaje .
Pero…
cuando
te miro y te observo
se
me escapan contigo, Sergio,
todas
mis paces:
de
las cosas naturales, sus ilusiones
de
las cosas cotidianas, sus sorpresas,
de
mis esperanzas, las tuyas
se
me escapa casi todo,
cuando
te miro.
Tú, no dices nada y me dices todo,
todo
tú son respuestas cautivas del alma
cargadas
de injusticias y ciertas
en
un reconocido verbo, teñido de añil,
a
tu nacer
que
brinca y vuelve a saltar
tu
sorpresa
a
ritmo de un yo-yo
redondo,
blanco y casi bendito,
que
siente y se preocupa por una sola voz
simétrica,
pendiente de tu amor,
llegar
hasta tu vuelo no es facil
donde
lo que tú me pides
con
tus manos y tus muecas,
con
tu quejio constante
yo te traduzca con tu piel hablada
con
esas notas partidas en tus labios
temblorosas
en tu boca,
que
repican mil sonidos y emociones.
¡Aparente gélido corazón de Serg-io
viéndote
sin voz …
y
llamandome sin verme,
oh,
desolada quimera noto,
nacido
para la vida igual que todos,
díscapaz
de saber quién eres
ni
para que has venido!.
Creo adivinarlo, Sergio :
para
vivir, no sobran aprendizajes
para
sobrevivir, nadie nos crea ni nos hace.
Menchu
Gil Ciria
No hay comentarios:
Publicar un comentario